❅CAPITULO: 03❅
-¿De verdad podrías traerme los dulces?
-Pues si. -Respondí deteniéndome frente a él.
-Me harías un gran favor.
-Dime cuales dulces son y cuantos quieres y yo te los traigo.
-Esta bien, ten.
Aquel chico me dio un billete, yo lo agarré y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón.
-A ver los dulces son esos que están rellenos de caramelo ¿Sabes cuales son?
-Si jeje, no me extraña que les gusten a tu padre, esos dulces son deliciosos.
-Sii, a mi también me gustan y mucho. -Sonrió.
-¿Y cuantos quieres? Sabes que vienen en bolsas de 10 ¿verdad?.
-Lo se pues… -Dijo pensativo mientras rascaba su cabeza.
-Podrías comprar unas...
Comenzó a contar con sus dedos.
-Pues unas....una...10...20...am...
Se volvió a rascar la cabeza.
-Uhm...una bolsa son 10...pues cuatro serian 40 dulces, am creo que podrían bastar, pero uhm...
Continuó rascándose la cabeza, yo lo miraba y me parecía muy gracioso.
-Cáspita...am...con 40 creo que tendría para bastantes días...am pero...yo quiero y entonces se terminarían antes así que....am.
Seguía hablando en voz alta mientras se rascaba la cabeza, yo seguía observándolo mientras me reía de su cara tan graciosa.
-Uhm...leches...ahm creo que...
Me miró.
-Con cinco bolsas bastan.
-Esta bien.
Solté una risita, me agaché y comencé a recoger mi toalla la metí dentro del bolso y agarré la cesta con las piedras.
-Vuelvo en unos minutos.
-Bien. -Respondió serio.
Me miró y después miró la cesta que llevaba en mi mano.
-¿Que llevas ahí? -Preguntó aun mirando la cesta.
-Am nada. -Respondí nervioso y solté una risita.
Salí corriendo ya que no quería que viera las piedras jaja había logrado convencerlo de que yo no había sido así que no quería que descubriera mi pequeña mentira, seguí corriendo.
-¡¡Ya vuelvo!! -Grité a unos metros.
-¡Vale!
Seguí corriendo, al llegar al descampado vacié la cesta y continué caminando hacia la ciudad, caminé hasta una tienda de dulces y entré.
-Hola.
-Hola. -Me respondió el dependiente de la tienda.
Caminé hacia el pasillo de los dulces y miré por los estantes, tras unos segundos di con los dulces que me había pedido aquel chico pez, jeje me gustaba llamarlo así, comencé a agarrar las bolsas de dulces y a ponerlas en mi cesta, agarré cinco y caminé hacia el mostrador, dejé todas las bolsas de dulces allí encima y el hombre comenzó a meterlas todas en una gran bolsa, al acabar dejó la bolsa sobre el mostrador, yo pagué y salí de la tienda con la bolsa en la mano.
Caminé hasta la playa y al llegar no vi al chico pez.
-¿Chico pez? Ey!!! Aquí traigo tus dulces ¿chico pez?
El chico salió del agua y me miró molesto.
-Me llamo Kuga....KU-GA.
-Lo se. -Dije entre risas.
-Pues deja de llamarme chico pez. -Dijo mientras me miraba molesto.
-Bueno aquí están las cinco bolsas de dulces.
Dejé la bolsa al lado suya y sonreí.
-Em gracias...
-No hay de que. -Dije sonriendo de manera dulce.
-Bueno me iré a llevarle los dulces a mi padre, gracias por tu ayuda.
-No hay nada que agradecer, yo siempre estoy encantado de poder ayudar.
Aquel chico agarró la bolsa y caminó hacia el agua.
-Adiós. -Dijo mientras agitaba su mano.
-Adiós chico pez. -Dije entre risas.
-Que no me llames así. -Dijo molesto.
Se giró y me miró, yo le sonreí.
-Tss, humano tenias que ser. -Refunfuñó.
-Ya ves chico pez. -Respondí divertido.
Él refunfuñó algo que no llegué a entender y siguió metiéndose en el agua, yo lo observé hasta que desapareció bajo el agua.
-Uh, me gustaría ver su ciudad. -Susurré.
Sentía mucha curiosidad por ver como era donde ese chico vivía, pero bueno me tendré que quedar con la curiosidad, agarré la cesta y volví a casa.
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